Las Naciones Unidas conmemoran el sacrificio y el servicio de los hombres y mujeres de sus fuerzas de paz el 29 de mayo.
La guerra Coreana fue uno de los primeros esfuerzos coordinados para mantener la paz bajo la bandera de las Naciones Unidas y el liderazgo de los Estados Unidos. El padre del Dr. Hyun Jin Moon, el Rev. Sun Myung Moon fue rescatado por esas fuerzas.
El 25 de junio de 1950 la armada del pueblo Coreano marchó a lo largo del paralelo 38 dentro de la República de Corea. Civiles fueron desarraigados de sus hogares y transmitidos al sur mientras la pobremente equipada armada de la República de Corea trató de resistirse a la armada norteña cuidadosamente preparada.
El mismo día, el Secretario General de las recientemente formadas Naciones Unidas, Trygve Halvdan Lie, alertó inmediatamente el Consejo de Seguridad quien emitió rápidamente la Resolución 83, seguida por una resolución adicional requiriendo que los estados miembros de la ONU “proporcionarán la asistencia debidamente necesaria a la República de Corea para repeler el ataque armado y restaurar la paz internacional y la seguridad en el área.” La resolución fue hecha posible en parte, gracias al boicot de la Unión Soviética del Consejo de Seguridad.
Los Estados Unidos enviaron refuerzos primero, junto a Reino Unido y Australia detrás de ellos. Después, 30 estados miembros de la ONU ofrecieron asistencia en donaciones, fuerzas armadas, suplementos médicos y transporte. Las Naciones Unidas ofrecieron su nombre y su bandera como la vanguardia para las tropas internacionales quienes lucharían por las vidas y la libertad del pueblo Coreano.
En aquel momento, el Rev. Sun Myung Moon, fue aprisionado en el Campamento de Trabajo de Hungnam. Muchos de los prisioneros murieron en menos de un año; el Rev. Moon estuvo hasta su segundo año de prisión. En su autobiografía, el recordaba la tristeza la darse cuenta de que la armada norteña había adquirido su artillería de la Unión Soviética con el fertilizante que él y sus compañeros de prisión habían producido en Hungnam.
Para septiembre, las tropas de Corea del Sur estaban arrinconadas en Pusan. En una movida que los niveles más altos recomendaron no hacer, el General MacArthur llevó un ataque sorpresa al puerto de Inchon el 15 de septiembre, cortando las fuerzas Norcoreanas a la mitad. Ese fue el momento crucial que le permitió a las Fuerzas de la ONU presionar la armada norteña hasta el Rio Yalu. El General Haig reflejó ese momento en su autobiografía, “Cuando usted está en una posición de confianza y un curso que usted sabe que es el correcto, al ser este cuestionado por razones políticas, usted debe actuar por sus propias convicciones basado en sus propias experiencias…”
El General Haig sirvió en la campaña que lideró a las tropas al Norte, hacia Wonsan, un gran ciudad en el Norte. En el camino estaba Hungnam.
Mientras los bombardeos en Hungnam comenzaban, el Rev. Moon relató como los guardias de Hungnam comenzaron a ejecutar los prisioneros sistemáticamente. Los prisioneros fueron llevados a las montañas cercanas, hicieron que cavaran sus propias tumbas y les dispararon. El día anterior de que la lista del Rev. Moon fuera llamada, las Fuerzas de la Naciones Unidas liberaron el campamento. El Rev. Moon “caminó tranquilamente fuera de la Prisión de Hungnam con dignidad.”
Durante su vida, el Rev. Moon expresó consistentemente su gratitud sincera a las fuerzas internacionales que vinieron a auxiliar Corea del Sur.
El estimado número de muertos de ambos lados de Corea es de 1.2 millones. Aunque la paz todavía tiene que ser establecida en la península, la vida del Rev. Moon y muchos otros Coreanos fueron liberados por el compromiso y el sacrificio de estos hombres y mujeres valientes. El pueblo Coreano tiene una deuda de gratitud con estas naciones.
Hoy, Corea se posiciona de nuevo en una encrucijada. Un camino ofrece unificación y la otra ofrece conflicto global y destrucción. Corea puede aceptar su destino y honrar la inversión que ha hecho a través de hacer un precedente de liderazgo de muchas maneras: Siendo pioneros en modelos alternativos de desarrollo económico, preservando sus valores familiares tradicionales, haciendo un precedente como una nación recipiente de ayuda convertida en una nación brindadora de ayuda y un ejemplo de paz que trasciende diferencias ideológicas y religiosas.
Lo que se necesita es una poderosa visión común y liderazgo moral e innovador que pueda, así como el General Haig le señaló a MacArthur, superar los escépticos para hacer lo que está correcto.
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