La Sexagésima Octava Asamblea General organizó un sesión especial para el aumento proporcional de los esfuerzos para el alcance de las Metas de Desarrollo del Milenio, ocho plazos determinados, metas medibles para finalizar la pobreza. De acuerdo al Presidente de la Asamblea General, el Honorable Embajador John W. Ashe, solo faltan 850 días para la fecha límite antes del 2015. La Organización de Naciones Unidas está comenzando a hacer un borrador de las metas del 2015. El Honorable Embajador Ashe hizo un llamado a los miembros de estados para considerar una meta común “de la cual podemos estar orgullosos, que deje un legado duradero, y establezca normas y marcos que mejoren el bienestar y la dignidad humana.”
En este tipo de coyuntura, es propio recordar la Declaración de Yakarta, realizada el 18 de Octubre de 2010, en el cierre de la Conferencia de Liderazgo Paz Global, una asamblea extraordinaria de líderes religiosos que fueron reunidos en Yakarta, Indonesia.
En la conferencia, el Dr. Moon hizo un llamado a los líderes religiosos y de fe para defender los derechos humanos y la lucha en contra de la pobreza mientras se provee el liderazgo moral que se necesita para esta labor. Él dijo:
El rol de fe es vital para el establecimiento del liderazgo moral e innovativo, porque sirve como base para la conciencia colectiva de la sociedad y el sentido de virtud. Alrededor del mundo, el activismo de tales líderes está afectando sus comunidades en temas políticos, sociales y económicos que oscilan desde la defensoría de los derechos humanos hasta la lucha para el mantenimiento de los valores tradicionales así como el compromiso a las Metas de Desarrollo del Milenio. Los líderes de fe incluyen no solo el clero, ministros, sacerdotes, rabinos, imames o monjes, sino también hombres y mujeres guiados por su fe. Sin importar si están comprometidos en una profesión o educación, empresa, medios de comunicación, NGO, política o religión, ellos son motivados por su fe y conciencia para servir como líderes morales e innovadores. La fe siempre ha sido poderosa motivando la fuerza en movimientos que posiblemente transforman la sociedad para el bien mayor. Hoy, lo más importante para la gente de fe es crecer juntos, mas allá de las diferencias religiosas, y abordar los desafíos comunes que están enfrentando nuestras comunidades, naciones y el mundo.”
En el cierre de la Conferencia, los firmantes de la Declaración se comprometieron: “Con coraje y resolución para forjar asociaciones y programas interreligiosos y significativos para promover cohesión social universal basada en nuestra identidad común, valores morales y principios compartidos,” y para crear “asociaciones interreligiosas orientadas a la acción” que generen programas innovativos para abordar problemas como salud, educación, pobreza, sostenibilidad ambiental y el fortalecimiento de familias.
La iniciativa innovativo como el Poder de las 10 Rupias, Aldeas Alllights, y la Iniciativa de Carácter y Creatividad han resultado de estas asociaciones. Los principios que guían y motivan estos proyectos son esenciales.
La Declaración de Yakarta se refiere a los líderes ales como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Madre Teresa, Dr. Martin Luther King Jr. y K. H. Abdurrahaman Wahid (Gus Dur), quien expuso ejemplos de los principios básicos de las tradiciones más religiosas mientras trabajaban más allá de su comunidad religiosa para servir a la humanidad.
El Dr. Moon también añadió: “Los fundadores de todas las grandes religiones fueron defensores de paz que defendieron los ideales de las autodisciplinas y un amor incondicional para la humanidad. Ellos enseñaron y vivieron una vida de tolerancia y entendimiento, caridad y hermandad, derecho y justicia, y, más que todo, principios y valores. Sus vidas fueron un testamento del ideal de la humanidad que es: “Una Familia Bajo Dios.”
De esta manera, la clave para luchar en contra de la pobreza, proteger la tierra, o defender los derechos humanos y la dignidad, son loa principios y valores básicos que hacen la base de un mundo de paz y prosperidad. Y los jugadores centrales deberían ser líderes religiosos y espirituales.
Lea la Declaración de Yakarta aquí.
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