Muchos han criticado la religión como la razón para la violencia. Los escritores desde Richard Dawkins hasta Sam Harris nos advierten de los peligros de la religión. Sin embargo, uno podría señalar a los momentos esenciales de la historia donde la religión ha sido la única cosa que ha movido una montaña que parecía inmovible, permitiendo que las personas hallen esperanza, fe y voz en la cara de las realidades desalentadoras.
Un ejemplo de esta revolución democrática pacífica es Alemania del Este, o lo que es ahora el este de Alemania. Aunque algunos discuten que los factores externos económicos, políticos, o militares conllevaron a la caída del muro de Berlín, una mirada cercana a las historias y convicciones de aquellos que tomaron las calles en el otoño de 1989 demuestra que la religión fue un elemento definitorio de la revolución.
Stephen Kinzer de New York Times reflexionó cinco años después “si la revolución pacífica en contra del Comunismo del Este de Alemania tuvo un nacimiento, este pudo haber sido la Iglesia Nikolai en Leipzig.” Fue ahí que el Rev. Christian Führer comenzó a realizar las oraciones de paz.
Las pequeñas reuniones que algunas veces tuvieron solo una docena de participantes se realizaron en Leipzig, donde, en las palabras del aviso que todavía permanece al frente de la iglesia del Rev. Führer: “Todos son bienvenidos.” Las oraciones de paz finalmente se convirtieron en un espacio para que las personas hablaran de sus preocupaciones abiertamente y definieran su esperanza común para la paz y la prosperidad. El Rev. Führer incluso facilitó las conversaciones durante estas oraciones de paz con los reformistas y el público.
Estas reuniones desafiaron el acuerdo establecido por mucho tiempo entre la Iglesia Luterana y el gobierno Comunista de Alemania del Este. Cuando se le preguntó al Rev. Führer por que se atrevió a hacer eso, él citó su héroe Detrich Bonhoeffer: “La Iglesia es solo la Iglesia cuando está ahí para los demás.”
A medida que el gobierno comenzó a restringir las actividades de la iglesia, hasta un punto de bloquear sus puertas, el movimiento de repente se elevó. El Rev. Führer describió el movimiento de esta manera: “Es pequeño como una semilla de mostaza, pero crece y crece y nadie puede pararlo.”
Algo que algunos oradores por la paz conmovieron los corazones de las personas. El número de los participantes de las oraciones del lunes en la noche creció hasta 600, y después a miles. El punto más alto fue el 9 de octubre de 1989 cuando 70 mil protestantes se unieron a los participantes de las oraciones de paz en una marcha pacífica alrededor de la plaza pública de Leipzig.
Aunque fue muy pacífica, no estaba libre de peligro. La policía y los soldados se alinearon en la plaza pública. Leanna, una miembro del grupo Mujeres por la Paz y organizadora de las reuniones de oración dijo a BBC. “El sentimiento excesivo del día fue miedo.”
Sin embargo, hay algo en los pliegues de la fe que nos permite poner incluso nuestros elementos más preciosos: Nuestras familias, nuestro estilo de vida, nuestras vidas en la linea de lucha por una visión más grande. Parece que esto dio a los protestantes el coraje para enfrentar las armas y los escudos con sus piquetes, velas y oraciones.
El Rev. Führer bromeó: “En el momento en que ellos dijeron: ‘Ustedes realmente no piensan que sus velas y oraciones pueden cambiar algo?'” Irónicamente, los reportes de la marcha del 9 de octubre filmó a los representantes de Alemania del Este diciendo que ellos estaban listos para todo menos para velas y oraciones.
Sin embargo, cuatro años después de la reunificación de Alemania, el Rev. Führer lamentó que las divisiones internas aún permanecen, y que la visión impulsora de la paz y la coprosperidad se desvaneció. “La competición brutal y el deseo por el dinero están destruyendo nuestro sentido de comunidad. Casi todos sienten un nivel de miedo o depresión o inseguridad.”
Las palabras Rev. Führer dejan un eco incómodo y apuntan al peligro de perder o nunca desarrollar una visión común para un mejor futuro. En Alemania, parece que hubo una vez un movimiento esperanzador para la paz y la prosperidad que falló al llevar un cambio más allá de las estructuras políticas inmediatas. Nos podríamos imaginar que las reuniones de los lunes en la noche necesitan continuar, especialmente, en el presente.
Escribiendo sobre las posibilidades de la reunificación Coreana, el Dr. Moon habla sobre la fuerza transformadora de las personas de poder, pero a si mismo advierte: “Sin una visión, un movimiento masivo puede convertirse rápidamente en una multitud enfurecida. El cambio positivo viene mediante una idea guiadora que está arraigada en la verdad y por lo tanto, tiene autoridad moral que resuena a la conciencia innata de las personas.”
Con disciplina, cuidado y una visión común, las religiones y sus raíces en los principios trascendentes universales y valores compartidos pueden ser la mano moral guía para el cambio positivo social.
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