Cada otoño, cuando las hojas cambian de verde a rojo carmesí y dorado, y el vientos comienza a enfriarse, las familias en la península Coreana comienzan la tradición anual del Kim-Jang, o el “hacer y compartir kimchi.”
Desde la costa hasta las tierras del centro, desde las zonas rurales hasta las ciudades, las familias cosechan y conservan en vinagre repollo nappa y hacen el plato más adorado de Corea, Kimchi.
Cada familia y región tiene su mezcla específica de salsa picante en vinagre. En las costas del sur, ellos usan una salsa casera de pescado y un jurel pescado localmente. En las tierras del centro ellos mezclan vegetales de la temporada, hierbas y frutas.
Y aunque ahora hay muchas variedades de kimchi disponibles en los mercados, las familias continúan reuniéndose en esta tradición de hace siglos; no solo en Corea si no en las comunidades alrededor del mundo.
Durante esta temporada, el concepto de poomashi, o “compartir el trabajo juntos,” se hace realidad.
Los hijos y los nietos regresan a casa para ayudar a sus padres en el Kim-Jang. En las aldeas locales e incluso las ciudades, los vecinos hacen sus rondas trayendo sus propios guantes y botas de caucho para las sesiones del Kim-Jang en el vecindario.
El frío aire de otoño hace su aliento visible, a medida que lavan y ponen sal a los repollos, platican entre ellos, se ríen y lloran juntos, y comparten una sopa de rábano al final de cada día.
Hay un entendimiento que no necesita palabras y juntos pueden hacer que una montaña de trabajo se pueda disfrutar.
Algunas madres pueden conservar en vinagre hasta 300 repollos, suficiente para todo el año y siempre hay para compartir.
Este ritual anual es un tiempo para que muchas familias y comunidades reconstruyan sus lazos familiares entre ellos. Hoy, incluso en las ciudades, las familias todavía se reúnen para hacer kimchi juntos. Incluso en pequeños apartamentos, tres generaciones se reúnen para hacer y compartir el kimchi especial y extraordinario de su madre.
Este sentido de familia extendida y comunidad es algo que ha unido a los Coreanos por siglos. Hacer esfuerzos para ayudarse entre ellos, y saber que de alguna manera el bien será recíproco, es un concepto que hoy todavía vive en Corea.
Se puede incluso decir que ha encendido la chispa del milagro económico de Corea en el último siglo, y este aun continúa en los esfuerzos de ayuda de KOICA. Los programas recientes del Intercambio Global de Juventud nombraron anteriormente el Global Poomashi, que envía estudiantes Coreanos de intercambio al exterior para proyectos de desarrollo comunitario.
Quizás esta es una manifestación de principios del “Hong-ik Ingan,” o “vivir por el beneficio de la humanidad,” heredado a los Coreanos por miles de años.
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