El Crecimiento de las grandes Civilizaciones requiere una base de principios universales y valores compartidos que formen el fundamento de una ética que sostenga a las personas de identidad y destino compartidos. Un crecimiento de civilizaciones es atribuido a la resonancia de las personas a los principios duraderos y a sus resultados vencidos desde la disonancia de las personas con sus valores esenciales.
En Genghis Khan y la Formación del Mundo Moderno, Jack Weatherford presenta un re-narración íntima de la vida de Genghis Khan, desde su juventud trágica hasta la búsqueda de una visión para unir el mundo entero bajo un Cielo Azul Eterno.
La historia recuenta el crecimiento de una de las civilizaciones más grandes en la historia, extendiéndose desde Europa hasta China y el Oriente Medio que comenzó con un individuo inspirado por una visión. Genghis Khan fue capaz de dar sustancia a esa visión mediante la promulgación de leyes y un sistema que sostuvo los principios y valores de esa visión.
La Yassa, o la Gran Ley del Imperio Mongol “reconoció la máxima ley del Cielo Azul Eterno sobre todas las personas.” Este permitió la libertad de adoración, reconociendo el mérito individual y más, todo expresado en las leyes y la cultura del Imperio, el cual creó cohesión social en una población extensa y enormemente diversa.
Weatherford comenta que Genghis Khan se sostuvo en estas leyes. “En un momento en el que la mayoría de gobernantes se consideraban sobre la ley, Genghis Khan insistió en que las leyes aplican a los gobernantes tan equitativamente como al pastor más bajo.”
A medida que Genghis Khan detalló en una carta que él envió a un monje en China, él luchó para tratar a sus súbditos “como a sus hijos” y tratar a los hombres talentosos “como a sus hermanos,” a pesar de sus diferencias. Él trabajó con sus oficiales de cerca, y aunque él difería en cultura e incluso en religión, él escribió: “Nosotros siempre estamos de acuerdo en nuestros principios y siempre estamos unidos en afección mutua.” De esta manera, Genghis Khan fue capaz de expandir la noción de parentesco al ir más allá de lazos de sangre basados en la lealtad a los principios con la calidez y cuidado del respeto mutuo.
Al final de su vida, Genghis Khan advirtió a sus hijos que continuaran siguiendo las Grandes Leyes o enfrentar la ruina. Su advertencia habló estremecedoramente hasta las próximas tres generaciones que crecieron más y más lejos de los orígenes de su legado, porque ellos se volvieron preocupados por proteger su poder y bienes en lugar de buscar el sueño de su padre.
De este ejemplo del Imperio Mongol, uno puede concluir que hay ciertos principios y valores esenciales los cuales forman el fundamento natural de las civilizaciones fuertes. Estos principios y valores son instrumentos vitales en la articulación de la visión que puede inspirar a los fundadores antiguos de las civilizaciones, además de continuar inspirando las siguientes generaciones.
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