Un padre llama sin vergüenza a un trabajo para reportar enfermo a su hijo adulto –aparentemente–, otro acompaña a su hijo a las entrevistas de pos-grados. Estas y otras historias ilustran los conceptos de la paternidad “helicóptero” o “casacálida.” Aunque son anécdotas, estas reflejan un cambio en las actitudes y comportamientos hacia el hecho de educación de los hijos en las últimas dos décadas.
El ex-jefe de editores y editor de Psychology Today, Hara Estroff Marano escribe:
“Al haber tenido–o al haberse permitido–tener pocas decepciones en sus vidas sobreprotegidas muchos no han aprendido a manejar las dificultadas. En la ausencia de habilidades para disipar la decepción, la dificultad se convierte en una catástrofe.”
En Los Mimos De La Mente Americana, Jonathan Haidt y Luke Kianoff infirieron que la raíz de este fenómeno de los “hijos de la casa cálida” es un resultado de un “mensaje consistente de los adultos: La vida es peligrosa, pero los adultos harán todo en su poder para protegerte del peligro, no solo de los extraños si no del peligro entre los unos y los otros.”
Estos hijos de la casa caliente son “sobreprotegidos” y este fenómeno puede ser motivado en un punto por el cuidado y preocupación de sus padres. Sin embargo el peligro de este tipo de paternidad puede no ser inmediatamente obvio, vemos el impacto de la idea de que los hijos son frágiles, débiles e incapaces de tomar sus propias decisiones. Lo más alarmante es la idea de que los hijos se animan a esto y esperan mimos a los cuales ellos sienten que tienen derecho.
Aunque el deseo de proteger y ayudar a un hijo a que tenga éxito es natural, quitarle las oportunidades a los hijos de que crezcan y obtengan un sentido de independencia y desarrollo de habilidades para manejar las dificultades que inevitablemente están después del detrimento de los hijos individuales además de la sociedad en general.
En un gran contraste a este punto de vista, un rector de un pequeño jardín de niños en el extremo occidental de Tokio explicó: “Cada hijo es fuerte; la fuerza viene de adentro. Entonces tenemos que dar un paso atrás para cuestionar si lo que estamos haciendo es por el bien del hijo o por la conveniencia del padre.”
El rector impulsa a los padres a establecer límites claros y entonces dar un paso atrás para aprender y crecer. El programa “educación para el futuro” en su escuela es designado con la idea de que la educación necesita considerar las necesidades a largo plazo de los hijos. Dentro de los límites claramente definidos, los hijos son impulsados a jugar y a encontrar respuestas para ellos mismos.
“Quiero considerar que tipo de adulto se convertirá el hijo…que la educación que el hijo recibe aquí le ayudará a saber si están siendo fuertes y ayudarlos a volverse ciudadanos responsables.”
La paternidad y la educación necesitan ser por el bienestar del hijo y por el de la sociedad. Las familias pueden contribuir directamente a la salud de una nación al educar adultos fuertes, virtuosos, e interdependientes capaces de tomar buenas decisiones y ser motivados a servir por el bien mayor.
Las escuelas pueden apoyar este tipo de educación pero como el lugar principal de aprendizaje y autoentendimiento, la familia debe tomar un rol mayor en el liderazgo de la educación que prepara a los hijos del futuro.
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